Nicolás Olea, catedrático de Medicina de la Universidad de Granada
“En disruptores endocrinos la única dosis segura es la que no existe”
«No podemos aceptar que orinar plástico sea normal»
Nicolás Olea (Granada, 1954) encajaría bien en uno de los papeles típicos de Hollywood: el científico que alerta de riesgos que el poder desprecia, hasta que pasa lo que pasa. En este caso la advertencia es sobre el aumento de enfermedades como cáncer de mama, hiperactividad, diabetes, obesidad e infertilidad –entre otras–, por la exposición a compuestos como el bisfenol A (BPA) o los parabenos, presentes en comida, ropa, muebles, juguetes, cosméticos… A día de hoy la asociación entre exposición y efecto se considera probada; la relación causal no, pero las evidencias a su favor dan «como para llenar la estación Atocha», dice Olea, sentado en el jardín de esa misma estación.
«En enfermedades en que intervienen muchos factores ambientales es muy difícil demostrar una causa única. ¿Qué esperas, que te dé bisfenolitis? No te va a dar, lo que tendrás son las enfermedades de siempre, más frecuentes, que es justo lo que vemos», afirma.
Olea, exdirector del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, coordinador de un grupo multidisciplinar de clínicos e investigadores, está entre los científicos españoles más citados –índice H de 59, para entendidos–.
Codirige un proyecto europeo para medir la exposición ambiental a contaminantes. En los noventa su grupo alertó de que el revestimiento de las latas de conserva suelta bisfenol A, y también los selladores dentales –que se usan en niños–. Más recientemente han detectado este compuesto en tickets de compra y calcetines, lo que afecta a dos grupos de riesgo: cajeras, «mujeres en edad de procrear que manipulan metros del papel de los tickets», dice Olea; y bebés, que se chupan los pies.