A partir de la poesía – certera como dardo en la diana, vibrante, en pleno contacto con la vida – de Jesús Quintero, El Loco de la Colina, pretendo plantear, con este post, una reflexión sobre el miedo, el gran obstáculo a enfrentar para llegar a contactar con quienes ya somos.
La enfermedad, la depresión, el sinsentido, la apatía, la falta de poder personal, como efectos de una única causa: la ausencia de contacto con nuestro verdadero Ser.
Moriré de pie
El miedo es como una cadena que nos impide caminar
Como una camisa de fuerza que no nos deja movernos
Como una cárcel invisible que nos priva del placer de la libertad
Por miedo nos quedamos sin contemplar los fantásticos paisajes que hay más allá de la frontera del temor
Por miedo nos negamos a caminar, a cambiar, a descubrir nuevos caminos y nuevos horizontes
Por miedo nos conformamos con la mediocridad y con la rutina
Por miedo no nos atrevemos a ser nosotros, nosotros mismos, y nos negamos y nos contradecimos
Por miedo dejamos de hacer lo que nos gustaría
Y hacemos cosas que aborrecemos
Por miedo nos dejamos oprimir y avasallar
Por miedo preferimos ignorar las verdades y nos refugiamos en las mentiras
El miedo del hombre inventó todos los cuentos –que decía León Felipe-
¡Ay!… a veces… a veces tengo miedo de caer en la tentación de convertirme en un hombre que vaga sin sentido
A veces creo haber perdido la sana locura y el aguante de tiempos atrás
Pero no es así, conmigo no podréis… y eso que tengo miedo
Tengo miedo porque nada ha cambiado y nada hemos aprendido
Temo realmente por mí y por mi especie porque la veo peligrar y al borde de un extinción anunciada
Realmente estoy dispuesto a morir convencido de mis ideas
Porque soy un loco libre
Moriré de pie antes que arrodillado por culpa de una sociedad que me dice a la hora que debo desayunar, con quién acostarme y cuántas veces al día debo de hacer el amor
Mi libertad me la quedo yo
Moriré de pie convencido de mis ideas