Creando la Nueva Realidad y El avance de la NADA son dos series paralelas que avanzan simultáneamente, la una junto a la otra, y que se basan en la asunción de varios principios que actúan como pilares.
Se asume, de partida, que estamos en un momento extremo de la historia de la Humanidad, en el que nos jugamos la pervivencia de la especie sobre el planeta.
Que lo consigamos o no va a depender de si somos capaces de reorganizarnos de una nueva manera. Ello, a su vez, requiere de algunas comprensiones de cómo funciona el TODO y cuál es la naturaleza de la realidad.
Para ello, en ambas series Creando la Nueva Realidad y El avance de la NADA se repiten, como un mantram, una serie de preguntas básicas que solo (¿solo?…) persiguen hacernos dudar de lo que damos por seguro… conduciéndonos en dirección a nuestra mente, allí donde se origina la creación y, en consecuencia, el lugar donde tendremos que trabajar, sembrando en ella las semillas de los frutos que queremos recolectar en nuestra realidad material.
¿Y si la realidad fuera solamente un reflejo?
¿Y si se pudiera cambiar completamente de perspectiva?
¿Y si la realidad solo fuera una suma de percepciones?
¿Y si la realidad no fuera como la has imaginado?
¿Y si la realidad sólo existiera en tu mente? **
Más allá del mundo de las formas concretas, donde las personas se pelean entre sí para saber cuál de sus ideas o creencias es más verdadera, más allá de los cacareos vanos y estúpidos de nuestros líderes políticos, más allá de las izquierdas y las derechas, de las fronteras artificiales en que se nos intenta dividir a los seres humanos, más allá de todas las ideologías y de todos los «ismos», más allá y más arriba o más adentro… en un lugar que no es un lugar… allí donde las formas se diluyen, allí se encuentra el Reino de los Principios de todas las Causas.
Entender la naturaleza de la realidad exige comprender e integrar las dos polaridades que conforman la VIDA. El avance de la NADA nos persigue a galope. Cada vez está más cerca. Cada vez más áreas del Reino de FANTASIA están dejando de existir. La inexistencia es el riesgo seguro que afrontamos si no nos damos la suficiente prisa en IMAGINAR qué es lo que de verdad queremos.
Perseguidos, a trote de caballo, por el riesgo de nuestra propia INEXISTENCIA, nos seguimos preguntando sobre la existencia/inexistencia de Dios… Eso sí, cada vez menos. Quizá se el síntoma de que, perseguidos por el Avance de la NADA estamos a punto de disolvernos en el TODO.
Antes de ser capaces de crear a conciencia la Nueva Realidad necesitamos llegar a comprender algo más sobre el misterio de toda esta apariencia.
Entrevista a Ervin László,
doctor en Filosofía de la Ciencia con cuatro doctorados honoris causa
Tengo 79 años. Nací en Budapest y vivo en la Toscana. Casado, tengo dos hijos y un nieto.
La política de partidos está obsoleta, en el futuro las personas se autoorganizarán en grupos.
Creo en una realidad superior que puede incorporarse dentro del conocimiento científico
Humanista
Niño prodigio, virtuoso del piano, a los nueve años debutó con la Filarmónica de Budapest. Dos veces nominado para el premio Nobel de la Paz, creó el Club de Budapest, un laboratorio de ideas para un mundo más ético, y la Universidad del Cambio Global, que opera por internet y ofrece un programa de graduación en economía, arte y religión.
Tiene 75 libros publicados, entre ellos «El cambio cuántico (cómo el nuevo paradigma científico puede transformar la sociedad)», «El cosmos creativo» y «La revolución de la conciencia», editados por Kairós.
Sus investigaciones le han llevado a defender la existencia de un campo cósmico de interconexiones que conserva y transmite la información.
Todo está conectado y nada desaparece
Concertista de piano, filósofo, físico…
Mi interés es transdisciplinar. Si la evolución es cierta, de lo físico surgió lo biológico y más tarde lo social, psicológico, político… Es todo un continuo y yo siempre he querido entender qué proceso hay detrás de todo ello y cuál es nuestro lugar dentro de ese proceso.
Y fundó el Grupo de Investigación sobre la Evolución General.
Quería saber más y era consciente de que solo no lo iba a conseguir, así que reuní a un grupo de científicos, investigadores y pensadores para desarrollar una nueva teoría general de la evolución que iluminara el camino de un mundo mejor en respuesta a la rápida proliferación de armas nucleares.
Y el Club de Budapest (1993).
De nuevo se trataba de unir fuerzas para cambiar el rumbo de nuestro mundo (insostenible, polarizado e injusto) y encaminarlo hacia la ética y el humanismo.
Visionario.
Los líderes no estaban dispuestos a hacer nada. Nosotros, científicos de distintas áreas, defendíamos otro tipo de crecimiento, que hoy llaman sostenible, y teníamos claro que necesitábamos líderes de opinión para difundirlo. Entre los primeros miembros estaban el Dalái Lama, Milos Forman, Mijaíl Gorbachov, Yehudi Menuhin, Rostropóvich, Arthur Clarke, Desmond Tutu… Ahora ya somos sesenta.
Y ha encontrado una teoría científica que sustenta esa lucha.
Creo que hay un campo de información como sustancia del cosmos del que participamos todos. Esa dimensión que no se puede observar pero que es real hace que todas las cosas se conecten entre sí y es también una memoria: cuando algo tiene lugar la información permanece en esa dimensión.
Le ha llamado campo akásico.
Hace 5.000 años los sabios hindúes, aparte de los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua), definieron un quinto que los contiene a todos: akasa, matriz de toda materia y fuerza del universo. Me di cuenta de que esa idea era la que yo intentaba definir como campo psíquico profundo y le cambié el nombre. Hoy muchos científicos trabajan con ella.
Concertista de piano, filósofo, físico…
Mi interés es transdisciplinar. Si la evolución es cierta, de lo físico surgió lo biológico y más tarde lo social, psicológico, político… Es todo un continuo y yo siempre he querido entender qué proceso hay detrás de todo ello y cuál es nuestro lugar dentro de ese proceso.
Y fundó el Grupo de Investigación sobre la Evolución General.
Quería saber más y era consciente de que solo no lo iba a conseguir, así que reuní a un grupo de científicos, investigadores y pensadores para desarrollar una nueva teoría general de la evolución que iluminara el camino de un mundo mejor en respuesta a la rápida proliferación de armas nucleares.
Y el Club de Budapest (1993).
De nuevo se trataba de unir fuerzas para cambiar el rumbo de nuestro mundo (insostenible, polarizado e injusto) y encaminarlo hacia la ética y el humanismo.
Visionario.
Los líderes no estaban dispuestos a hacer nada. Nosotros, científicos de distintas áreas, defendíamos otro tipo de crecimiento, que hoy llaman sostenible, y teníamos claro que necesitábamos líderes de opinión para difundirlo. Entre los primeros miembros estaban el Dalái Lama, Milos Forman, Mijaíl Gorbachov, Yehudi Menuhin, Rostropóvich, Arthur Clarke, Desmond Tutu… Ahora ya somos sesenta.
Y ha encontrado una teoría científica que sustenta esa lucha.
Creo que hay un campo de información como sustancia del cosmos del que participamos todos. Esa dimensión que no se puede observar pero que es real hace que todas las cosas se conecten entre sí y es también una memoria: cuando algo tiene lugar la información permanece en esa dimensión.
Le ha llamado campo akásico.
Hace 5.000 años los sabios hindúes, aparte de los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua), definieron un quinto que los contiene a todos: akasa, matriz de toda materia y fuerza del universo. Me di cuenta de que esa idea era la que yo intentaba definir como campo psíquico profundo y le cambié el nombre. Hoy muchos científicos trabajan con ella.
¿Tiene bases científicas?
Sí, tengo varios libros publicados que ahondan en ello. El campo akásico crea coherencia entre los distintos campos (electromagnético, gravitatorio, nuclear, cuántico y el de Higgs) y explica los misterios que las diversas ciencias compartimentadas no son capaces de explicar, por ejemplo: no se entendía cómo organismos complejos se transformaban en otra especie, capacidad sin la cual todavía seríamos algas marinas.
Las llaman mutaciones espontáneas.
Sir Fred Hoyle, reconocido cosmólogo y físico, calculó la posibilidad de ese azar: «Equivale a que un huracán entre en un desguace y que su paso deje un avión montado».
¿Entonces?
Todo está autoorganizado. Yo y otros científicos creemos que el campo akásico está implicado en la evolución de los universos.
¿Cómo evolucionan los universos?
Nacen unos de otros. Al big bang se le llama ahora el big bounce (el gran rebote). Un universo como el nuestro va expandiéndose hasta que se colapsa y empieza a contraerse hasta una dimensión cuántica, toda la materia del universo acaba en la cabeza de un alfiler, y entonces la fuerza de expansión es tan fuerte que ocurre una explosión que crea nuevos universos.
¿Y vuelta a empezar?
La información que se ha generado en este primer universo es heredada por el segundo, de la misma manera que un cigoto tiene la información de los padres. El campo akásico es holográfico, la información de toda la imagen está en cualquier punto. Todo está conectado y nada desaparece.
Entonces, usted o yo, ¿contenemos toda la información del universo?
En un estado alterado de conciencia podemos acceder a esa información que no está en el cerebro pero que este es capaz de capturar. El gran error del mundo moderno ha sido considerar que todo lo que no se puede oír, tocar o ver es una ilusión. La realidad fundamental no es observable directamente, y le voy a dar un ejemplo.
Adelante.
Si tiro el bolígrafo observo cómo opera la gravedad, pero no puedo ver el campo gravitatorio, sólo el efecto. Todas las fuerzas de la naturaleza están en esa dimensión más profunda y sólo observamos los efectos. Yo baso mi teoría en la física cuántica, en las observaciones biofísicas de los seres vivos, en la psicología transpersonal y en la cosmología que estudia los multiversos.
¿Cómo explica la convulsión actual?
Es parte de la dinámica de la evolución, cuando se alcanza un punto crítico, que es el punto de bifurcación, el sistema o bien se desmorona o bien se reorganiza de otra manera para estabilizarse.
Y estamos en ese punto crítico.
La Tierra es como una nave espacial con una tripulación de 7.000 millones de personas, recibe energía del Sol pero no materia, por tanto la regla es sencilla: hay que reciclar, vivir en armonía entre nosotros y con el planeta, crear una cultura más ética.
¿Cuál es el primer paso?
Alcanzar una masa crítica, bastará un 1% del 1%. Por eso hemos creado la Universidad del Cambio Global a través de internet.
Muy interesante el Dr. Ervin Láshló. Se agradece la publicación.
Os recomiendo que presteís atención al Dr. Thierry Vrain. Hay videos. Explica muy bien del peligro del GMO en la agricultura, los alimentos, la salud del planeta y sus habitantes.
La manipulación genética recuerda a lo de «la Torre de Babel». Parece que avanzamos para luego caer descabelladamente….
[…] Creando la Nueva Realidad (17) Entrevista a Ervin László: Todo está conectado y nada desaparece […]
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