Somos lo que comemos… suele decirse, y lo que ingerimos influye enormemente en nuestro nivel de salud, nuestro potencial mental, nuestras respuestas emocionales y nuestra capacidad para conectarnos espiritualmente.
Sin duda, tengo claro, de por vida, que cuanto más alcalino está nuestro cuerpo (nuestra sangre, tejidos y células) mayor bienestar integral alcanzamos y mayor es nuestro potencial creador.
Aquellos que controlan nuestro sistema (llámese élite), porque no hay que olvidarse de ellos, saben bien lo que digo, y la globalización está haciendo que un mismo sistema cultural se exitenda por el planeta entero… y entre esos aspectos culturales, la alimentación, la manera cómo cultivamos, cómo comemos, lo que comemos y cómo cocinamos son elementos que de un modo u otro intentan homogeneizarse… el fin de la parte oscura, como siempre, el de controlar (y no liberar). Para eso estamos nosotros, los héroes, como en los mitos, que luchamos para liberar mientras los «malos» nos intentan controlar. Es una situación de tensión y conflicto que interpretada de manera mitológica y espiritual, puede ayudarnos a evolucionar, como el héroe en sus azañas, ya que sin tensión, no hay esfuerzo de superación.
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