Desvalidos
Nos sentimos desvalidos cuando nos encontramos ante la vida. ¿Va hacia delante nuestro camino? ¿Va hacia la derecha o hacia la izquierda? ¿Debemos en realidad ponernos en camino o es mejor permanecer detenidos?
No importa lo que pensemos de uno u otro camino, siempre hay algo que se opone que nos lleva a sentirnos inseguros. En ese sentido estamos perdidos sin importar qué camino tomemos. Estamos perdidos en lo que se refiere a lo que pensamos acerca de él. Todo lo que pensemos se mueve dentro de opuestos ya que todo pensamiento distingue.
¿En algún momento los opuestos se juntan? ¿Luego de un tiempo se unen y se anulan mutuamente? También ese pensamiento se mueve en opuestos, en el opuesto de Sí y No.
¿Hay en nosotros un nivel más allá de nuestro pensar?
Sí, es el nivel del contemplar.
¿Qué tipo de contemplación?
Es el nivel de la contemplación pura. En él todo está y no está. Esta contemplación no tiene contenido. Es atraída por algo vacío y mantenida en la contemplación quieta y pura.
¿Podemos lograrla nosotros mismos?
Si quisiéramos estaríamos desvalidos también aquí, porque necesitaríamos pensarla.
Podemos prepararnos para ella soltando. Soltamos el pensar. Soltamos, sobre todo, el pensar preciso y, en ese sentido, el conocimiento preciso. Porque lo preciso está en contraposición a lo impreciso. Representa el menos en contraposición a la plenitud. Lo preciso, dado que está en contraposición a lo impreciso, y la plenitud por estar en contraposición al vacío siguen siendo, cuando lo pensamos, desvalidos. Siguen en la superficie de algo profundo. También aquí pienso en opuestos y sigo estando desvalido.
¿Qué supera a los opuestos? La quietud. La experiencia de aquella quietud en la cual, luego de un tiempo, se acaba nuestro pensar porque ya no hay más nada que pensar, porque en ella los opuestos se vuelven uno, guardados en el ser puro.
Aquí se acaba nuestra situación de desvalidos porque ya no buscamos nada. Aquí, luego de un tiempo, nos toma la contemplación, la contemplación vacía, tan vacía que en ella se termina incluso el último opuesto: la contraposición de Ser y No Ser. Con él los opuestos de plenitud y vacío, de actuar y no actuar, de aquí y allí, de impotentes y poderosos.
En esta contemplación, entregados a ella contemplando la plenitud, el vacío, sabiendo y no sabiendo, nos volvemos uno con algo que está muy sustraído a nosotros.
Extracto del libro Plenitud. La mirada del Nahual, de Bert Hellinger
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