Eppur si muove
(Y sin embargo, se mueve)
«El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes; el hecho de que compartan muchos errores no convierte éstos en verdades; y el hecho de que millones de personas padezcan las mismas formas de patología mental no hace de estas personas gente equilibrada».
Erich Fromm
En la época de cambio de paradigma que vivimos actualmente en la Tierra, la figura de Galileo Galilei resulta especialmente atractiva.
Afirmando que la Tierra no era el centro estático de un Universo que giraba a su alrededor, Galileo se enfrentaba a la visión astronómica imperante, y ponía muy nervioso a todo el mundo. Por eso fue considerado tonto, loco, y especialmente –teniendo en cuenta su momento histórico- hereje. Y se le pidió que abjurara de semejante idea estúpida. Así al menos la consideraban los detentadores oficiales del sentido común – el Tribunal de la Santa Inquisición en aquel momento histórico-, quienes le obligaron a hacer una renuncia pública de su apoyo a la teoría heliocéntrica, y a afirmar, como todo el mundo (“y como Dios manda”, seguro que añadieron), que la Tierra estaba quietecita en el centro del Universo, y que tanto el Sol como la Luna y todos los planetas y estrellas giraban a su alrededor. ¡Pues sólo faltaría…!
Según cuentan las crónicas, ante la amenaza de muerte, Galileo se las apañó como pudo para que esos representantes oficiales del sentido común oyeran lo que querían oír, pero que él por lo bajini seguía diciendo una y otra vez aquello de eppur si muove… Una frase que se habrá traducido a todos los idiomas, y que en el nuestro viene a ser ese “sin embargo, se mueve” que ha llegado, hasta nuestros días como muestra de la rebeldía de un científico convencido de sus observaciones, enfrentándose al dogma del poder establecido.
Hace mucho tiempo que el mundo entero da la razón a Galileo. Hace mucho tiempo que se consideraría loco o sinsustancia a quien afirmara lo que en su época era el pensamiento oficial. Pero así son las cosas.
El Santo Oficio está ahora tan activo como lo estuvo entonces; adopta otros disfraces más laicos –o no tanto, porque la propia Iglesia sigue haciendo de las suyas-. La cuestión es que las fuerzas regresivas siguen haciendo su papel. Ahora, los detentadores oficiales de lo que es posible aceptar como real se guarecen bajo la denominación de ciencia… y sólo determinada ciencia, justamente la que sirve a los intereses del sistema.
En el momento de cambio de paradigma que estamos viviendo, en el que se acumulan las anomalías en las diferentes disciplinas científicas, y se cuartea profundamente la concepción de la realidad, nos va a tocar abrir nuestras mentes a enfoques que rompen profundamente con el punto de vista mayoritariamente afirmado hasta el presente. De ahí que la figura de Galileo Galilei puede ser nuestro adalid en esta empresa.
Este blog se titula “Lo que podemos hacer”. Una de las cosas que vamos a tener que practicar es la flexibilidad mental. Romper con los dogmas establecidos –como lo hizo Galileo, y después de él muchos otros en todos los tiempos- requiere conservar y practicar la apertura y la plasticidad mental que traemos cuando llegamos, con un cuerpo nuevecito, a este planeta.
En el medio de la vorágine del momento que estamos viviendo, muchos dogmas de fe están saltando por los aires. De todos ellos iremos hablando en este blog, dando cabida y siendo altavoz de la heterodoxia en todos los campos. Como dice Erich Fromm en la cita al comienzo de este artículo, el hecho de que millones de personas compartan muchos errores no convierte éstos en verdades. Así que ha llegado el momento de sacudir las inercias mentales, y de desterrar de nuestras vidas cualquier concepción geocéntrica o egocéntrica obsoleta…
Y sin embargo, se mueve… esa puede ser nuestra divisa cada una de las veces que nos encontremos pensado completamente al revés que la mayoría. Y en los momentos más bajos nos podemos recordar que la inversión de las tendencias es sólo cuestión de tiempo y perseverancia… Y si no, que se lo digan a Galileo.
Fantastic, com sempre